miércoles, 11 de marzo de 2009

Una brutal falta lleva a Rud al hospital


Durante 10 largos minutos el miedo inundó la mente de los 19.000 aficionados que presenciaban el lunes por la noche el partido entre los Blazers y los Lakers en el Rose Garden de Oregón (111-94 para los locales). Rudy Fernández estaba en el suelo, inmóvil, su respiración entrecortada y las asistencias sanitarias sacaban de la camilla el tan temido collarín para inmovilizarle el cuello. Era el resultado del golpe en el aire que le propinó Trevor Ariza, el segundón de los Lakers, que fue expulsado pero no será sancionado.

El golpe contra el parqué fue seco y Rudy intentó mitigar instintivamente el impacto con el brazo derecho y el lateral de su cuerpo, se incorporó brevemente y luego se dobló con un gesto de dolor. Se hizo el silencio mientras él se quejaba de que sentía dolor en el pecho y en el cuello y que no podía respirar. Después de colocarle con mucho cuidado el collarín y atarle a la camilla, los aficionados de Portland, todos a uno, lanzaron su grito de guerra: "¡Rudy, Rudy, Rudy!".

El español no perdió el conocimiento y la movilidad en sus piernas y brazos y las pruebas radiológicas y el TAC que le realizaron en el hospital de Portland fueron negativas y descartaron la existencia de una lesión grave. El parte indicó que Rudy sufrió "una lesión en los tejidos blandos de la parte derecha y lateral del pecho". Pasó la noche en observación y estaba previsto que recibiera el alta la pasada madrugada española. "Está bien, pero hay que asegurarse de que no hay peligro alguno", aseguró ayer Nate McMillan, el entrenador de Portland, que le dedicó la victoria.

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